07 julio 2005

De vuelta a la blogosfera, o la de tiempo que tienes cuando estás en paro

Nada, que debo deciros que tengo unas pelotas muuu gordas, y que por eso no me he sentado aquí delante en tanto tiempo. Si esperábais una excusa o algo ásí, vais listos.

El viaje a San Francisco, que lleva más entregas que el coleccionable aquél de David el Gnomo, que venía con mueblecillo y todo, lo vamos a acabar por la vía rápida, que hace ya casi cuatro meses que acabó.

Como ya habréis notado los que hayáis leído el último post, no estoy colgando fotos, pero es que el 5º día perdí la cámara, que apareció mas tarde, y aún no tengo las fotos de mi socia alemana de viaje, así que puritito texto, majetes.

Lo último que os conté fue que pasamos la noche de antes de llegar a SF en Monterey, en un hotel de los que en vez de moqueta tienen musgo como los belenes. Pues bien, el pueblecito en cuestión es de lo más bonito que vimos en la costa oeste, con mogollón de playas, calas, casitas antiguas y no tanto pero todas muy chulas, etc. Total, que en vez de salir prontito, que era de lo que se trataba, salimos después de comer. Eso nos descolocó un poco todo, porque la idea era llegar lo antes posible a SF y apurar el coche a tope, porque había que devolverlo ese día.

Como a estas alturas ya nos conocemos todos, después de agobiarnos los tres por lo tarde que íbamos a llegar, lo mejor que se nos ocurrió fue meternos al Campus de Stanford. Sólo tengo una palabra para describirlo: ¡Jodo! Vaya tela. Nos dimos unas vueltecillas para verlo y aquello es acojonante. Los chavales son todos feísimos y gafotas, y las tías son como las que dice mi amigo rubén que van a su escuela de aeronáuticas en Madrí. Por lo menos eso me decía para tratar de consolarme. La verdad es que ninguno tenía pinta de hacerse botellones un martes porque yo lo valgo, que es el deporte con más licencias federativas en mi Colegio Mayor. Como ya sabéis, a estas alturas carecía de cámara, pero si queréis flipar como yo flipé, meteros en esta página, que el chaval tiene uns fotos bastante majas.

Como colofón a la visita a uno de los campus más prestigiosos del mundo, decidí hacer un homenaje a mi señor padre. Cuando me explica algo que no entiendo, y que es evidente, me suelta la coletilla de "y eso que yo no he meao en patio de universidad", descojonándose de la educación que su bolsillo ha pagado. Tengo que decir que creo que a él en su pueblo le decían "y eso que yo no he meao en patio de escuela", y el jodío me lo ha adaptao. Pues eso, que ya que mi padre mide la educación por la calidad del patio donde uno mea, decidí mear en el de Stanford. Como mear en lo que es patio era una sobrada estando sereno, meé en un edificio con patio (en los servicios, se entiende). Al que le interese le comentaré que desde entonces me siento mucho más inteligente y utilizo palabras con muchas más sílabas. Como, por ejemplo, Necronomicón. O Torreuropa. Y muchas más.

A la que llegamos a SF, estaba anocheciendo, por lo que nos fuimos cagando leches a cruzar el Golden Gate con algo de luz, situación que supongo que, a estas alturas, nos sonará a todos (esa presa Hoover de noche, ese desierto de nevada, ese Monterey, etc.) Esta vez llegamos más pelaos que el culo de un mono, pero pillamos algo de luz. mu chulo el puentecillo, qué os voy a contar. El tema es que para cruzarlo de salidamuy bien, pero para volver, ya de noche, llegamos a una señal en la que nos comentaban amablemente que para volverlo a cruzar había que aflojar 5 bucks, y eso te lo dicen a 200m del peaje, cuando ya no te puedes volver. La cara de tonto que se te queda cuando pagas unas 600 pelas pa hacer de noche unos metros que la única gracia que tienen es la vista.

El hotel que había buscado Cristina estaba justo al lado de Union Square, o sea, en tol centro. De precio estaba bastante bien, y la habitación era limpia (relativamente) y muy luminosa. Mu bien, vaya. Vaciamos el cochecito, leré, y nos fuimos a llevarlo al aeropuerto.

A partir de aquí, una semanita en el hotel, haciendo visitas a una ciudad que mola muchísimo, tratando de que las dos chavalas no se me matasen la una a la otra y disfrutando mucho. Mañana os pongo un post con impresiones sueltas de la ciudad, que me gustó mucho y me sorprendió muchísimo.

Como nota final os comentaré que en el aeropuerto de SF, como fuimos con tiempo para el embarque, los de seguridad decidiero registrar el equipaje. Todo de muy buen rollo, eso sí, que para eso era un vuelo doméstico y no eran los de aduanas. Les vacilábamos mientras sacaban con guantes la ropa interior sucia y ellos se descojonaban, y al final, el tío encontró mi cámara en un bolsilla de la maleta. Casi le doy un abrazo, y les dije que les hacía una foto, por majos. Aquí está la prueba:

DSC03644

Al salir el flash empecé a oir a un tío gritar detrás mío, y cuando me volvé vi a un segurata corriendo hacia mí como un energúmeno. Yo pensé "La jodimos, tía paca. Me va a meter la del pulpo y ojo que no me deporte. Sólo a mí se me ocurre hacer una foto a las fuerzas del orden". Más o menos pensé en ese orden, qué pasa. Pues eso, que cuando el animal aquel llegó a mí, en vez de aflojarme un chuletón o quitarme la cámara, se puso a posar pa la foto. Yo, aún acojonao, se la hice, y os la dejo aquí. Miradlo que majo. Pues ahora imagináoslo corriendo descompuesto hacia vosotros en el área de seguridad de un aeropuerto.

DSC03645

Están locos estos romanos...

1 Comentarios:

At 02 noviembre, 2005 18:43, Blogger Roberto Iza Valdés said...

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