26 abril 2005

Día 3: El Gran Cañón.

Lo primero deciros que en el último post puse dos fotos de la Hoover Dam que no eran mías (obviamente, ya que yo no pillé más que las farolas). La primera foto la cogí de aquí, y la segunda, la que es como la mía pero con luz, de aquí. Se que es una parida, pero para que conste.

En cuanto al Gran Cañón del Colorado, lo primero que tengo que comunicaros aunque el suelo que pisáis se venga abajo, es que no está en Colorado. No señor. ¿Para qué iban a tener el Cañón del Colorado en Colorado, si lo pueden tener en Arizona, que está mucho más salao? Es un poco como el Mississippi, que no pasa por el medio del estado de Mississippi, sino que hace de frontera con Lousiana y Arkansas (que aquí se pronuncia árkanso, no me preguntéis) en vez de pasar por tol medio, como cabría esperar. En fin, que es un poco como de coña. Como si la Catedral de Burgos estuviera en Badajoz, o como si el Archivo de Salamanca estuviera en Barcelona. Yo les pregunté si el gobernador de Colorado también había tapiado el Cañón cuando se lo quisieron llevar a Arizona, pero no me entendieron.

En cuanto al día en sí, empezó que dio gloria verlo. Me levanté zombi perdido y me fui de cabeza a la ducha, y para cuando salí, las dos mozas andaban a voces como posesas. Tras dos días tranquilitos, me temía lo peor, así que no me quedo más remedio que hacer lo que todo hombre que se precie habría hecho. Me bajé al hall y llamé por teléfono a mi madre, que no sabía de mí desde que salimos del viaje. Tras este golpe de autoridad, dejé claro quién llevaba la voz cantante en el viaje y me fui a desayunar.

Salimos de buena mañana hacia el Parque Nacional, y no vimos el cañón prácticamente hasta que no estuvimos encima. Es una salvajada, porque tú vas conduciendo por la meseta, que está a unos 2000 y pico metros y es completamente plana (en plan Campo de Criptana pero a lo bestia), y ves el otro lado del cañón a lo lejos, que está al mismo nivel y sigue plano hacia el horizonte, y de repente aparece debajo de tí el abismo de Moria pero sin Balrog y con algo más de luz (y de colooor). En la foto no se ve mucho, pero si pincháis en ella, en flickr he indicado donde está el boquete. Lo veréis aún mejor si la véis en grande (¿a que soy listo?).

DSCN3643

Para mí, la palabra que define el Gran Cañón es "pequeño". Así es como me sentí yo durante el resto del día: pequeño. Los que me conocéis ya sabéis que no es el adjetivo que mejor me describe (algún cabrón seguro que ya estaba haciendo el chistecito, ¿eh Juan?), pero os juro que no sé encontrar algo mejor para explicarlo. Por mucho que os cuente aquí, no voy a conseguir que lo que cuente se aproxime a la escala de lo que vi allí. Os lo juro. Yo estaba mirando a aquello y me parecía de coña, como si hubiesen colgado una sábana con un enorme decorado pintado, porque aquello tiene tantos colores y es tan inmenso que parece un cuadro barato. Yo a los 10 minutos de estar allí asomado, creí que el cerebro se me iba a hacer un nudo, así que dejé de intentar abarcarlo y me limité a disfrutar de la vista como un crío de 10 años.

Lo que iba a ser una visita de un rato por la mañana antes de enfilar por el desierto hacia el Monument Valley, se convirtió en toodo el día, parando en cada mirador de la carretera, cogiendo los autobuses gratuitos del parque, etc. Todos los miradores parecían iguales, pero a la vez diferentes, así que a ver cómo cojones no ibas a parar. Una de las veces que nos metimos a los miradores casi nos llevamos a un chacal, que al ver acercarse el coche, ni se inmutó. Estos bichos han visto más gente y más de cerca que los del zoo.

Os deja alguna foto, aunque la mayoría llevan unas semanas en Flickr y algunos ya las conoceréis:

DSC03609

DSCN3723

DSC03607

DSC03605

DSC03585

DSCN3739

La calidad de las fotos no es espectacular, que digamos, y encima yo salgo como el culo, pero puede servir para que conste que estuve allí. Si queréis fotos chulas, miráis el google, que hay a patadas. Por cierto, que si esa mirada del chacal no es triste, el bicho disimulaba muy bien para que los turistas le diesen comida. Después de esto entendí que el Oso Yogui está basado en un personaje real, como los telefilmes de antena 3 a las 4 de la tarde. ¿Qué, no os lo creéis? Pues aquí os dejo la prueba:

DSCN3687

Janina con el Guardabosques Smith, que trabajaba duro para evitar que "esos osos se robasen los emparedados", según sus propias declaraciones.

Si no pongo la foto, reviento, pero a mí es que hasta ese día si me hablaban de un cañón, pensaba en el del Río Lobos, que está en Soria:

rio lobos

rio%20lobos

Nos costó, pero por fin dejamos el Parque Nacional, y hasta 200 km fuera del parque, el paisaje seguía siendo brutal. Como íbamos hacia la zona de la Nación Navajo, la población de indios iba en aumento, y con ellos las tiendas al pie de la carretera vendiendo joyas de turquesa, camisetas, etc. pero en los puestos más cutres que he visto en mi vida. Peor que los gitanos vendiendo cerezas directamente de la banasta. Eso sí, con señales que decían cosas como "Stop! Friendly indians here!" o "Oooops! You've passed Chief Yellow Horse's pottery!" y "Chief Yellow horse says: Turn around!". Mu salaos. Lo mejor, la camiseta con la foto esta:

homeSecurity1492_med

¿Mola o no?

Lo de los Navajo es una putada como una casa. Técnicamente, no son ciudadanos de los USA, porque para eso tienen su reserva en medio del desierto que administran como pueden. Por eso, no pueden trabajr fuera de la reserva, pero a ver quien es el guapo que encuentra trabajo en la reserva. Resultado: salvo los que trabajan en la hostelería cercana al parque Navajo de Monument Valley, los demás viven en cabañas de uralita desperdigadas, que no llegan a formar verdaderos pueblos, a pesar de lo que diga la señal en la carretera. Es fácil de entender por qué el alcoholismo es un problema tan gordo.

De camino paramos en un Sonic a comer la peor hamburguesa que recuerdo, y en 8 meses me ha dado tiempo a probar unas cuantas. En esas estamos, que si vaya puta vida, que si cinco día a hamburguesas y fritangas fritas, que si como en casa en ningún lao, y se nos acerca un hombre ya entradito en la cincuentena, con la misma mirada lastimosa del chacal de por la mañana y nos dice: "Perdón, ¿me podéis dejar algo de dinero? es que soy de fuera, soy de Utah" Con dos cojones. A 20 km de la frontera con Utah el tipo este le va a llorar con eso a una rumana, una alemana y un español, que encima están lamentándose de lo bien que estarían en su casa. En un arranque de generosidad, y después de hacerle esperar 5 minutos mientras iba al coche a por dinero con el corazón destrozado por la dramática situación del colega, se di 50 céntimos. Ole con ole. No lo hice a posta, pero es que era eso o 20 pavos, y eso sí que no era plan. Tras mi despliegue de generosidad desbordante, y viendo la cara de estar flipando que tenían los tres (el de Utah y mis socias), decidí que lo mejor era seguir viaje, que se nos hacía de noche. Y, claro, se nos hizo:

DSC03643

Por fin llegamos a Kayenta, en plano corazón de la Nación Navajo. En el hotel conocimos a un suizo que hablaba español casi perfecto, además de francés, inglés y alemán. También venía del Gran Cañón, y el colega se había hecho la ruta en helicóptero, que era lo que estábamos soñando nosotros mientras nos asomábamos desde nuestra orilla. Se nos iba un poco del presupuesto, ya que no ganamos en Las Vegas loque esperábamos. El chavalito resultó ser un partidazo que con 32 años estaba acabando derecho en Ginebra, así que decidimos llevárnoslo a tomar unas cervezas. Martin (por lo visto así se llaman todos los suizos del mundo, menos Bjarne Riis que, como todo el mundo sabe, es suizo. Y si no, se lo preguntáis al Iker, que está de testigo) aceptó, así que nos fuimos a preguntar por un bar. En la gasolinera, el cajero se ofendió con la pregunta y nos dijo que desde no sé que año el alcohl estaba terminantemente prohibido en toda la reserva. Entonces yo, en una muestra de habilidad y reflejos, le pregunté que si, ya que no había bares, podíamos comprar cerveza en algún sitio. Me miró mal y me repitió la frase, mientras mis compañeras de viaje me ponían la misma cara que un rato antes con el Utahiano. El suizo ni se enteraba, el cabrón era un empanao como hay pocos. Al final, compramos unas naranjadas y unas patatas fritas para que el señor indio de la gasolinera dejara de mirarnos como a bárbaros incultos y borrachos y, muy dignamente, nos fuimos a la cama.

Supongo que con la prohibición habrán reducido el alcoholismo, pero seguro que hay algún mosco que se conduce los 50-60km hasta el borde de la reserva, llena la camioneta pick-up de birras y whisky y se vuelve a casa con el cargamento. A más de uno conozco yo que el recorrido lo haría andando.

1 Comentarios:

At 01 mayo, 2005 19:09, Anonymous Anónimo said...

Aclárame eso de que Bjarne Rijs es suizo, según un teletipo que acabo de recibir directamente de la gaceta del taxis, la nacionalidad del peludo campeón es danesa, al igual que las galletas del te. Un abrazo Chimo.

Nacho.

 

Publicar un comentario

<< Home