22 abril 2005

Día 2: Cruzando desiertos

Después de dormir un poquillo, abro los ojos y lo primero que veo es esto:

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Por si me había olvidado de dónde estaba.

Ese día nos esperaba la aventura de encontrar un coche para alquilar, porque aún no teníamos nada. Después de patearnos la ciudad, en uno de los hoteles encontramos a una chavala rubia, gorda y gris que estaba más aburrida que un partido del Valladolid. Como lloramos mucho y debía hacer un tiempecito que nadie le hacía sentirse importante, le caímos bien y nos hizo un precio cojonudo, nos regaló la gasolina y el seguro. Ole con ole. Entonces es cuando nos da las indicaciones para llegar al coche. porque el coche estaba también dentro del hotel, pero es que en Las Vegas cada hotel es como Soria, por lo menos. Bueno, igual he exagerado un poco, pero todos son más grandes que Almazán. El caso es que la muchacha gris nos dijo que teníamos que "pasar por delante del sushi bar, girar a la derecha y cuando llegáis a Vladimir con la cabeza cortada, volvéis a girar y ahí está el ascensor que lleva al parking". Bueno, el caso es que nos perdimos un par de veces, porque no encontrábamos el sushi bar, pero lo jodido fue lo del Vladimir decapitado. Andábamos buscando un restaurante de terror o de piratas o algo así (en Las Vegas, todo lo que no es mcDonalds es temático), y nos encontramos con esta maravilla:

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Efectivamente, chavales, "Vladimir con la cabeza cortada" es una estatua decapitada del señor Lenin. Con dos cojones. Está a la entrada de un restaurante ruso en cuya carta aparece como plata estrella "Siberian Nachos", que debe ser mojar doritos en caviar. Como véis, esta ciudad es una maravilla.

Ya teníamos el coche en cuestión (un Dodge Neon, que es lo más barato que se puede alquilar aquí) y nos salió por menos de la mitad de lo que nos costaba alquilar twingos en Tenerife el año pasado, pero con CD, Aire acondicionado, etc. Cada vez entiendo más a la gente que dice que en España a los turistas se les trata como ganao. Y eso que la mitad del país pretende vivir del turismo. Pues eso, que cuando dejen de venir, la culpa será del ministro de turno, ¡¡que pa eso somos Españññia!!.

Una vez relajados por el tema del coche, me acordé de que seguía empalmadísimo con lo de la ruleta, que es ese juego tan fácil en el que se gana dinero como roscos. Pues debe ser que sólo funciona por la noche, porque el caso es que había un negro en chándal gris tipo "Fama" que estaba amontonando fichas delante suyo que aquello parecía un castillo de Lego. Eso, que me limpiaron 25 dólares en 10 minutos. Cristina me sacó a rastras de allí, si no, había desplumao al negro. El muy cabrón daba propinas al croupier, yo creo que ahí había algo.

Para entonces se me había pasado la tontería del juego, así que nos fuimos a dar una vuelta por los casinos antiguos de Las Vegas, los que casi siempre salen en las grandes pelis como, por ejemplo, Cariño, he agrandado al niño (¿Para cuándo un Oscar a Rick Moranis?). A la calle le han puesto un tejadillo, una especie de toldo de metal, pero aún así tenemos al vaquero de neón de toda la vida, al que no me puedo resistir y os calzo una foto suya y otra de un tío que vi desde el coche y que, por algún extraño motivo, me suena un huevo:

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Tras un paseo más o menos corto, nos damos cuenta de que va siendo hora de empezar a tirar millas, que teníamos unas 6 horitas de camino hasta Williams (Arizona), nuestra escala antes del Gran Cañón y donde íbamos a dormir. Al salir de Las Vegas, pillamos un atasco de tres pares de cojones, por lo que disfrutamos del desierto en plan postal. Lo único reseñable del trayecto, aparte de los desiertos, el de Nevada y el de Arizona, se supone que es la presa Hoover, o la Hoover Dam (se tiene que notar que llevo aquí 8 meses), que separa los estados de Nevada y Arizona. En el cambio de estado, tienes que cambiar la hora, que esto es America y para eso tienen cuatro zonas horarias. La presa es la que arregló Supermán en una de las pelis. Ya sabéis, cuando estaba vivo, podía andar y todavía se podía poner en una cabina los calzoncillos de lycra rojos. Pues bien, chicos, esto es lo que se suponía que teníamos que haber visto:

hoover dam

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Y esto fue lo que vimos:

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En ese momento me sentaron todavía mejor las dos horas del atasco de los cojones. En fin, miserias del turismo. Menos mal que para entonces ya habíamos tenido una gran experiencia que hizo que el atasquito no fuera en vano.

Poneos en situación: Estáis en el coche, en medio del desierto, viendo cómo el sol baja especialmente rápido ese día. Justo el día que queréis llegar con luz a la famosa presa. Justo el día que habéis salido dos horas más tarde de lo que teníais pensado porque el cabrón del conductor ha decidido que estaba en racha con la ruleta y os ha hecho volver al hotel a ver cómo pierde miserablemente su dinero mientras un negro gordo y con barba, con un aire al tío Phil pero en chandal gris, no para de descojonarse, amontonar fichas y darle cachetes en el culo a la tía que tiene sentada en el regazo. Ése fue uno de los pocos momentos del viaje en que las dos mujeres estuvieron de acuerdo, pero yo no querría estar en el sitio del conductor, os lo digo yo que lo sé. En ese momento de paz y amor ocurre lo inesperado. Alguien ha decidido encender la radio por no matar al conductor. Después de todo, es el único con los 25 años para conducir el coche alquilado (jeje). De repente, el anuncio que te cambia la vida: El de la Guardia Nacional. El texto es el Credo del Soldado. Leído acojona, pero es que no veas las voces que lo leen en el anuncio de radio.

Mi parte favorita está al final, cuando dice eso de:

I stand ready to deploy, engage, and destroy the enemies of the United States of America in close combat.

I am a guardian of freedom and the American way of life.

I am an American Soldier.


Que, en traducción cutre sería lgo así como:

Estoy listo para desplegarme, combatir y destruir a los enemigos de los Estados Unidos de América en combate directo

Soy un guardián de la libertad y de la forma de vida americana (evidentemente, se refieren sólo a la suya, no a la del resto del continente. por si acaso, vaya).

Soy un soldado americano


No tiene la épica ni el romanticismo del Novio de la Muerte, pero acojona más. Por lo menos a mí.

Os dejo los enlaces para que lo escuchéis u os lo descarguéis, porque merece la pena. Aquí lo tienes en inglés, y aquí en español, que acojona mucho menos, pero es más gracioso porque no se han molestao ni en coger a un chicano de los miles que tienen en el ejército para leerlo, y el acento le da ese toque que tanto te gusta.

Con la tontería nos mejoró mucho el humor, y se nos hizo corto el trayecto. ¿El paisaje de la Route 66 por Arizona? Se supone que es un desierto chulííísimo. Para ver lo que vimos, mirad la última foto, un poco más arriba, y os la imagináis sin luces. Para que nos entendamos, como conducir de Almazán a Soria de noche, pero sin pueblos (total, pa tres que hay...).

En el pueblecito pillamos un hotel por un precio moderadamente bueno, pero aún así más caro que Las Vegas. Nos atendió una buena mujer que respondía al nombre de Erma, y que tenía la mata de pelo más fascinante que he visto en mi vida. Por arriba era corto, y por atrás largo. Hasta aquí, nada que no haya visto antes en este extraño país (como diría mi admirada onthedot). Pero es que era como una masa uniforme de gomaespuma marrón, más compacto que un afro. Algo como Marge Simpson, pero cayendo hacia atrás. Como si pilláis el relleno de un colchón de espuma y os hacéis una peluca. Así. No me digáis que no mereció la pena cruzar el desierto sólo para eso.

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3 Comentarios:

At 23 abril, 2005 02:41, Anonymous Anónimo said...

thanks Carrizosa! That's one shitty picture of me....
....Cristina

 
At 23 abril, 2005 08:22, Blogger Andobas said...

Hola. Llegué acá desde flickr, y nada, pues quería saludarte y decirte que sí habemos otros incautos leyéndote, que está muy divertido esto. ¡Saludos!
(A30_Tsitika en Flickr)

 
At 25 abril, 2005 20:04, Anonymous Anónimo said...

Trrremendo ese Elvis, me recuerda a otro que también se disfrazó del rey... gracias Carrizosaman.

 

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